Sissy 2 - Contexto social y emocional

Voy a escribir una serie de textos relacionados con el proceso y los estímulos que me llevaron a desear ser Sissy. Lo haré para explicar mi experiencia personal, y hablar des de mi punto de vista. No tengo intención de crear una guía aplicable a todas las personas sino a ordenar y a dar sentido a mi proceso con la intención de definir mis motivaciones. La intención es poner un poco de luz para ayudar humildemente a otras personas a tener puntos de vista bien argumentados mas allá de todo el contenido pornográfico. También tiene interés para que personas dominantes puedan tener más información acerca de la psicología Sissy, para comprender mejor cuales son las motivaciones para que puedan gestionar y relacionarse mejor con ellas.

Voy a hablar de mí como chico siempre que hable del pasado, ya que en esa época todavía no me definía con el genero femenino, cuando hable del presente si me definiré como chica.

Contexto social y emocional
Creo que para ser Sissy hay que tener ciertas tendencias sexuales y aptitudes ya que sino no hay manera que funcione. En mi caso considero que el punto de partida es ser una persona viciosa, con interés para asumir un rol sumiso, y tener una tendencia masoquista. Creo que sin estas tres aptitudes es muy difícil que una persona pueda ser Sissy.

Todo empezó hará aproximadamente unos doce años, estábamos en el 2010. En ese momento en internet no había mucho contenido Sissy. Las páginas porno empezaban a introducir ese tipo de contenido. Contacté con todo el mundo transexual a través del porno y en ese momento simplemente me parecía que era algo que podía usar para masturbarme. Siempre me ha gustado mucho masturbarme, para mi era una manera para drenar la ansiedad que sentía en mi día a día.

Creo que para entender bien el proceso es importante definir el estado psicológico y social en que me sentía en ese momento porqué a fin de cuentas, fue gracias a esa situación que hice el click. En esa época tenía unos 24 años, estaba estudiando la universidad y vivía en Barcelona. Era un chico tímido, muy discreto, con ganas de pasar desapercibido en todo momento. Internamente me sentía muy confuso en todos los sentidos, personal y profesional.
Estaba viviendo una situación complicada a nivel familiar, no tenía buena relación con mis padres divorciados. Siempre tuve la sensación que vivía entre dos mundos y nunca tuve la sensación de vivir en un hogar cálido en el que me sintiera protegido. En relación a la familia sentía rabia y culpabilidad. Rabia porque pasaban cosas que no me gustaban, y culpabilidad porqué reaccionaba mal y entonces me sentía mal. De las dos, la culpabilidad pesaba mucho mas.
Socialmente tenía algunos amigos pero eran más bien circunstanciales, y nunca tuve un grupo de amigos con los que identificarme plenamente. Probablemente esta situación se daba porqué me sentía muy confuso. No conseguía conectar plenamente con nadie porqué no sabia quién era. La situación familiar era muy particular y compleja, y eso me condicionaba mucho al relacionarme con otras personas. La consecuencia era que me sentía todavía mas solo porqué no me veía capaz de conectar con nadie. A pesar de todo, conocí a una chica, algo que para mí fue una revolución. Hasta ese momento era prácticamente virgen y a nivel afectivo y emocional fue muy importante, porque por primera vez sentí una calidez al conectar con otra persona.

Con esa chica tuvimos una relación definida como de pareja durante un año. Durante ese tiempo pude experimentar muchas cosas positivas. Pude sentir el cariño que tanto anhelaba y pude vivir experiencias sexuales muy gratificantes. A pesar de eso teníamos caracteres muy diferentes, y con el tiempo no supimos trabajar la relación. Pasado un año decidimos dejar de considerarnos pareja, aunque eso no significó dejar de vernos para tener sexo. Yo nunca he sido una persona dominante o con capacidad de liderazgo, y en general me he ido dejando llevar por la situación. En ese momento me dejé llevar por el deseo y por ella, de modo que cuando ella me decía de quedar yo me dejaba llevar.

Se podría decir que los tres años siguientes tuvimos una relación basada en el sexo, éramos amantes, aunque en realidad yo estaba enamorado de ella. Mi implicación emocional era como si fuera mi pareja, aunque a mis amigos les decía que no había nada solido. Así me resultaba más fácil llevarlo. Por su parte yo era alguien que le daba sexo y cariño cuando lo necesitaba. Algunos conocidos me recomendaron que dejara de verla, porqué veían que mi implicación era mucho mayor que la suya. Cuando ella salía tonteaba con chicos como cualquier chica soltera y algunos sabían que nos veíamos regularmente. De todos modos, no fui capaz de rechazarla, necesitaba cómo aire los pequeños momentos que me daba cuando estábamos juntos. Y a pesar de saber que yo no era una prioridad para ella, continuaba dejándome llevar por el sexo y por ella.
Puede parecer que la relación era plácida, que aceptaba como me trataba con tranquilidad, pero eso no fue nunca así. Siempre que rechazaba alguna propuesta que yo le hacía para hacer algo, o cuando simplemente ella hacía planes sin contarme, me hacía sentir muy mal. En varias ocasiones intenté sorprenderla yendo a alguna fiesta en que ella estaba, pero nunca me salió bien. En una ocasión no me respondió por teléfono durante toda la noche para no encontrarme. Y en otras ocasiones en que si nos encontrábamos le producía un rechazo por invadir su espacio vital con sus amigas.

La sensación de perdida y frustración era una constante. Ahora, en una situación normal no aceptaría una relación así. Pero en ese momento, a pesar de los malos ratos que me hacía pasar, no podía dejar de desearla. Prefería sentirme maltratado y ninguneado porqué sabía que en algún momento volvería. Aceptaba que me tratara así porqué sabía que después podría saborearla.

Me he dado cuenta con el tiempo, que las personas que son capaces de tomar decisiones difíciles como por ejemplo, rechazar a otra persona y que mantienen su posición, me parecen admirables. Yo me considero incapaz de hacerlo y de llevarlo bien. Las veo como personas fuertes y seguras, y para mí es motivo de respeto y también de admiración.

Durante esos cuatro años, el resto de cosas de mi vida no me acababan de gustar y no sabía qué era lo que necesitaba. Con el paso del tiempo y viéndolo con perspectiva pude identificar muy bien qué me pasaba, pero en ese momento era incapaz porqué no tenía las herramientas sociales para entenderlo. Lo que sí sabía era como me sentía: inseguro, confuso, frustrado, rechazado e incapaz de estar a la altura de ella. Mi herramienta para sobrellevar toda esa angustia era la masturbación. Cuando no podía estar con ella porqué ella lo decidía me masturbaba. Podía pasar el viernes por la noche masturbándome durante horas, viendo porno y pasando el rato bebiendo cerveza. De hecho, ese era un plan muy habitual en esa época y me pasaba los viernes por la tarde hasta la mad**gada masturbándome en casa. Incluso lo sábados si no tenía ningún plan aprovechaba para hacer lo mismo. O incluso entre semana, si estaba solo en casa, después del trabajo me pasaba 3 o 4 horas masturbándome. La masturbación para mi era la vida y siempre lo hacía viendo porno.

Como he dicho antes, me fue infiel en muchas ocasiones. Técnicamente no era una infidelidad, porqué en realidad no éramos pareja sólida, pero internamente lo vivía como tal. De hecho, en el primer año sí hubo una infidelidad, aunque fue leve porqué solo fueron besos y magreo en una discoteca. Pero a pesar de todo lo pasé bastante mal cuando me lo confesó. A pesar de mi disgusto, después de pasarlo mal unos días, acabe aceptándola otra vez como pareja, porqué no tenía suficiente valor para rechazar sus encantos. Gracias a esa situación y a otra que se dio con otro chico, con el cual sí hubo penetración, en varias ocasiones, varios días diferentes, acepté ser un cornudo. Al principio fue muy duro, porqué a pesar de tener una relación de amantes, siempre me dijo que no podía estar con más de un chico a la vez. Cada vez que acababa la noche viniendo a mi casa después de salir de fiesta, pensaba que no estaba con otra persona, y eso me daba seguridad a pesar de que llegara borracha. Pero en una ocasión en que no nos vimos durante dos semanas, porqué me había pedido tiempo, lo aprovechó para tirarse varias veces a un amigo de su grupo que le hacía gracia. Yo me acabé enterando al cabo de unos meses y ese fue la primera vez que realmente se me rompió el corazón. Cuando nos vimos ella y yo, unas semanas después de que lo supiera, habiendo ella escrito un texto intentando argumentar las cosas, y en cierto modo pidiendo perdón, crucé la línea de la aceptación. En ese momento fue el momento en que acepté ser cornudo, y en el que le demostré que estar sexualmente con otras personas no tenía consecuencias negativas entre nosotros.

Esa infidelidad fue la primera de muchas, aunque no se daban de manera regular, sino más bien cuando a ella le surgía algún amante. Por mi parte me volví muy celoso, porque sentía que no era suficiente hombre para ella. Veía a cualquier chico que fuera simpático con ella como un posible amante. Mis inseguridades aumentaron mucho y me aislé de mis relaciones sociales habituales. Pasaba más tiempo solo o con ella, cuando ella me lo permitía. Y en su ausencia dedicaba muchas horas a la masturbación y a ver pornografía. De hecho el porno me salvó. Porqué gracias a mi adicción por él debido a mi estado anímico, erotice la infidelidad. Es un proceso extraño que se da en ciertas personas, pero convertí en algo que emocionalmente me dolía, en algo que me excitaba. Empecé a ver vídeos Cuckold (cornudo en inglés) y me excitaba mucho porqué me identificaba con el hombre débil, poco viril, con un pene poco potente, que deseaba que su mujer atractiva, muy sexual y extrovertida, tuviera sexo con hombres viriles, potentes y seguros. Era una manera de agarrarme al sexo, al deseo, a la lujuria, más que a los sentimientos y emociones, y eso fue lo que hizo que pasara por el tubo de la infidelidad hasta el punto de estar orgulloso de ser cornudo.

Conectaba con la idea que no era suficiente para las mujeres (ya que yo sentía que no era suficiente para ella), sentía que era una persona sometida y en ocasiones psicologicamente maltratada, sentía que había hombres más potentes, más viriles, con más carácter que podían satisfacer mejor a las chicas (también a la mía), y conectaba con el deseo de ser dominado sexualmente por otra persona (la relación que tenía con ella era de dominación y sumisión).

Paralelamente hubo un episodio que me ayudó mucho. En concreto fue a raíz de la primera infidelidad. La primera siempre es la que mas duele, y fue la que más marcó. La relación no era igual que antes y un día, cuando estábamos tomando unas cervezas con más gente, en conversación privada con ella, salió un tema crucial. El tamaño de la polla de ese chico. Supongo que le pregunté insistentemente o le pregunté si le había gustado. Había pasado ya un tiempo y en cierta medida la infidelidad había sido más o menos superada. De modo que quise saber si se lo había pasado bien. A desgana por mi insistencia y porqué le hacía sentir mal, me respondió que le había dolido. Yo le pregunté porqué, y me respondió de igual manera que la tenía muy gorda y grande. Realmente no me esperaba esa respuesta pero resulta que le respondí algo que le ofendió, porqué le pareció que su respuesta me había gustado. Tengo que confesar que a pesar de hacerme sentir mal porqué eso me consideraba inferior a él, y mi autoestima como chico bajó, sexualmente me excitó. No en ese momento concreto pero posteriormente fue material de fantasía sexual y masturbación. Porqué más allá de mi gusto por los videos cornudos empecé a erotizar también las pollas grandes.

Considero que haber estado con esa chica en esas condiciones despertó en mi una sexualidad que no había experimentado hasta ese momento. Tuve que aceptar un rol de cornudo, cosa que con el tiempo me gustó. Entendí y acepté que la infidelidad no era algo malo, y que no tenía porqué sentirme mal o entrar al trapo, en una lucha de egos masculinos con sus amantes. Entendí que a fin de cuentas lo que me importaba era su satisfacción sexual, y que si para estar satisfecha, ella permitía a otro hombre tener sexo con ella, era una decisión que le correspondía solo a ella y por tanto la tenía que aceptar. Una de las cosas que me hacía sentir peor era saber que ese chico se sentiría el rey del mundo mientras se la estaría follando a cuatro patas. Pero posteriormente entendí que eso era irrelevante, que lo importante era que ella disfrutara y lo que ella quería era hacer sentir asi a sus amantes para que le dieran placer. Una vez entendí eso viví las infidelidades como una bendición para ella, y en consecuencia también para mí. Me excitaba muchísimo cada vez que ella me decía que había estado con otro chico. Y cuando ella salía de fiesta con sus amigas y yo estaba en casa me masturbaba pensando en los chicos que podía conocer. Incluso la animaba a que esa noche fuera mala.
Lo que al principio fue una relación de pareja normal, con el tiempo se fue modificando. En cierto modo se fue estropeando y pasó a ser cada vez más una relación de Dominación Femenina no controlada ni consensuada. La idolatración y admiración que le tenía como mujer hizo convertirme cada vez más sumiso. Me sentía obligado a aceptar situaciones humillantes aunque era libre de aceptarlas o no. Pero era adicto a la excitación que me provocaba, y por mucho que deseara dejar de tener esa relación tóxica era incapaz de hacer el paso. Le daba poder explicitamente. Le decía que podía estar con quien quisiera. Ella me decía que yo también pero le comentaba que yo quería estar con ella, pero que no se precupara por mi. Le decía que me tenía en la palma de su mano, y me excitaba mostrarme tan entregado a ella a pesar de saber que ella no lo estaba.

Durante todo ese proceso y en la parte final sentí que mi identidad y la suya, se iba difuminando. Poco a poco me sentí como parte de ella. Me excitaba cuando ella estaba con otros chicos. Cuando se vestía para salir de fiesta y se ponía sexy me entraban celos pero al mismo tiempo la veía muy atractiva, y como sabía que le gustaba tontear y calentar, me alegraba que se vistiera así. Cuando me pedía que le hiciera de "taxista" para hacer recados lo hacía sabiendo que ella quería que yo lo hiciese y eso me hacía sentir bien. Cada una de esas pequeñas cosas, hacía que me sintiera bien por priorizar sus intereses a los míos. Incluso cuando en algunas ocasiones me comentó que tenía un amante de visita me pareció bien que pudiera disfrutar de eso. En esa parte de la relación empece a mimetizar mis intereses con los suyos, incluso en alguna ocasión sin que ella lo supiera me empece a poner sus medias, cuando se las dejaba en mi casa sin querer. En cierto modo es como si yo quisiera ser ella y ahí creo que empezó a surgir mi deseo Sissy. Idolatraba tanto su sexualidad y feminidad, había asumido un rol tan sumiso y entregado al placer sexual que me producía, ya fuera físico o mental, y me sentía tan envuelto por su hechizo que hizo surgir unos deseos que no sabía que tenía.

De hecho, en uno de nuestros encuentros me regaló unas medias negras muy bonitas de encaje. No entiendo del todo porqué lo hizo, quizá tenía alguna intuición de mis instintos incluso antes de que yo fuera del todo consciente.

Dejo la historia en ese punto, y más adelante la continuare con la siguiente parte.

Besitos!
1 year ago
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Me encanta... Tienes una forma tan tan deliciosa de contar las cosas... Me excitas mucho...
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Naughtynev69
Yummy
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